viernes, 8 de abril de 2011

Galicia

Cuando me acerco a tus paisajes


de verdes montañas y brumas tramposas,


de mares bravíos y rías calmadas,


paisajes de charcos y caminos mojados,


paisajes de eucaliptos, boinas y carros.






Cuando me acerco a tus paisajes


de fugaces sonidos ya antiguos,


del silbido del aire a los montes peinando,


o el sonido de la noche viva en el bosque,


o la lluvia insistente a la ventana llamando.






Cuando me acerco a tus paisajes


puedo respirar aromas distintos,


aromas de abuelos, de madres y tíos,


aromas de una infancia casi olvidada,


aromas, en fin, de pan y tierra mojada.






Cuando me acerco a tus paisajes


siento que esta tierra me atrapa


con sus hórreos, campos y playas,


con sus atardeceres y sus borrascas,


con sus pescadores, sus arados y sus casa.






Cuando me acerco a ti, Galicia,


siento que mi alma se escapa


hacia acantilados eternos,


hacia aldeas insospechadas.


Hacia un Dios, que si existe,


debe tener aquí su morada.